“En la organización barrial hacemos hincapié en trabajar el conflicto y la fragmentación social existente. Es un trabajo lento, de hormiga, pero que tiene sus frutos", dijo a la Secretaria de Comunicación, María del Carmen Alonso, integrante del equipo social del Plan Juntos que trabaja en el asentamiento 1º de Mayo, ubicado entre las avenidas San Martín y Mendoza, cerca de las calles Capitán Tula y Domingo Arena.
Los vecinos
Santa Margarita Conde hace 10 años que vive en la zona. Tiene 8 hijos, además de una nuera y un bebé que viven con ella. Está construyendo dos piezas y un baño en la forma más rápida que puede porque el rancho en el cual habita se está cayendo. En el baño le falta colocar los caños, instalar la electricidad, y revocar las paredes internas y externas de la casa. Según expresa, siente la responsabilidad del trabajo y del cambio.
Se levantan temprano y luego de tomar unos mates esperan la llegada de los técnicos para empezar a trabajar. Todos los días tienen expectativas nuevas y saben que existe un proyecto de regularización de los terrenos a los que aspiran acceder. “Los niños están todo el tiempo en la obra porque ya no quieren volver al rancho. Al mediodía comen y vuelven a la obra a jugar. Las pertenencias de la familia no son muchas pero lo principal que es el techo y ya salió”, afirma Margarita.
La construcción también sirve para que los vecinos se relacionen, y para que además de trabajar asistan a las reuniones del Centro Comunal, a fiestas y hasta cumpleaños. Consideran que la idea de construir por si mismo vale la peña y ahora en el barrio están mezcladas las casas con los ranchos. La mayoría de la gente espera con ansiedad el momento de demoler los ranchos para cambiar de vida totalmente.
“La sereneada”
El objetivo de José Bentancour es llevar todo lo que tiene en el rancho para la casa nueva e inmediatamente tirar abajo la precaria construcción. A diferencia de otros vecinos construirá primero toda la casa y no una parte y luego otra. Esa situación motivó que la construcción vaya más lenta porque no quiere mudarse de a poco.
“Cuando termine la casa, el rancho desaparece”, asegura. En ese lugar tiene previsto construir un galpón para el caballo y los dos carros e instalar las hamacas de los niños. José vive frente al Centro Comunal. La situación le trajo muchos problemas sobre todo al principio. Durante semanas dormía poco porque estaba cuidando el lugar.
Ahora todos los integrantes de los grupos cumplen en forma obligatoria funciones de serenos de 20:00 a 07:15 horas. La sanción para los grupos que no cumplen con “la sereneada” son 15 días sin materiales. Otro grupo de vecinos organiza las “ollas de obra” y el merendero para los niños. A finales de noviembre comenzaron los partidos de fútbol contra el barrio Batlle Berres que integra también el Plan Juntos.
Los sobreestantes
En la obra también trabajan los sobreestantes Horacio Lescano y Viviana Bentancourt, egresados de la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU) y estudiantes de la Facultad de Arquitectura, quienes controlan el funcionamiento general de la obra.
“La mayoría de la gente que trabaja en la obra son mujeres y lo hacen con más intensidad de mañana temprano. Al mediodía, el trabajo es menos porque las madres prepararan a sus hijos para la escuela y tienen las labores de la casa”.
Las mujeres que no pueden realizar trabajos de fuerza cuidan a los hijos de las madres que participan en las jornadas para hacer planchada. “Los niños siguen a sus madres a todas partes y en la obra son un problema porque se pueden lastimar”, afirman los sobreestantes.
El Centro Comunal
Ida Elsa Silvera tiene 44 años. En un cuaderno, que se transformó en una especie de memoria del curso de peón práctico al que asiste en el Centro Comunal, consigna prolijamente cómo se realiza el armado de bloques, estribos, vigas, cimentación y cómo se levantan paredes.
Ida trabaja en la Comisión Electoral del Centro Comunal. En ese contexto, realizó un censo casa por casa y armó un padrón para que todos participen el día de las elecciones de la Comisión Fomento.
También realiza un curso de agente comunitario en salud. La independencia de sus hijos que tienen entre 11 y 15 años le permite recorrer el barrio e informar sobre la prevención de enfermedades y la necesidad de realizarse controles periódicos.
Los cambios en el barrio
"Al cambiar el barrio están cambiando los vecinos", asegura Ida. Al concurrir al comunal, los niños del barrio aprenden a despegarse de la casa. La mayoría de los padres de la zona no salen a pasear por motivos económicos, pero ahora los niños pueden reunirse e interactuar en un ámbito distinto a la escuela.
Los vecinos sostienen que el diálogo, aprender y educarse es fundamental para cumplir con acciones como sacar la basura cuando viene el colector y no repetir experiencias negativas de otras zonas.
Historias de vida
El Plan Juntos interviene en 19 asentamientos e incluye a 2.000 hogares, aproximadamente 10.000 ciudadanos en situación de pobreza extrema. Desde el territorio, los participantes aportan su trabajo para la construcción o refacción de viviendas, mientras que el Estado proporciona los materiales y los equipos técnicos. Todos son parte de la organización, las discusiones y las decisiones.
Publicado: 07/01/2012
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