domingo, 27 de noviembre de 2011

¿Queremos una sociedad más solidaria?

Vivimos con tal rapidez, consecuencia al mismo tiempo del invasivo individualismo que nos acecha y de la agitada vida moderna. Esta mezcla conduce lo que algunos han calificado de analfabetismo moral y de anomia social que está compuesta por irreflexión, falta de compromiso con los demás y desinterés por las demás personas.

Estamos a tiempo de inculcar en nuestros hijos que no podemos dejar el corazón en casa cuando salimos a la calle. En nuestros pueblos y ciudades nos cruzamos con muchas personas, a veces con perros y otras con caballos, pero no podemos ponerlos a todos en el mismo nivel.




¿Queremos una sociedad más solidaria?
No basta con citar en los discursos políticos, institucionales o educativos valores como la solidaridad, la generosidad o la empatía. Es preciso sembrar valores desde edades muy tempranas para poder cultivarlos y cosecharlos más tarde.
¿Deseamos un Uruguay con mejor potencial humano? Necesitamos ser más y sobre todo ser mejores. Es preciso educar en el interés verdadero por los vecinos y compañeros de trabajo, el respeto por quienes transitan las calles a nuestro lado: que nadie nos sea indiferente, especialmente si sufre un percance por pequeño que sea.
Séneca (4 a.C - 65) filósofo, político, orador y escritor romano, criticaba a los retóricos de su época porque se limitaban a enseñar a los jóvenes a discutir para saber refutar a quien pensaba diferente, sin interés ninguno por enseñarles a vivir cívicamente.
Séneca valoraba mucho la solidaridad en la vida social y consideraba que la armonía social era responsabilidad de todos los ciudadanos.
¿Enseñamos a nuestros hijos la diferencia entre la buena vida y una vida buena al servicio de los demás?
flia@iuf.edu.uy

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